jueves, 8 de noviembre de 2012

guerra contra la confederación


A comienzos de la década de 1830, Chile ya consolidaba su régimen político e institucional, iniciando el camino hacia la estabilidad interna, mientras los territorios del antiguo virreinato del Perú se mantenían aún en la búsqueda de un modelo adecuado de organización.

En este contexto, el presidente de Bolivia, Andrés de Santa Cruz, puso en marcha un ambicioso proyecto que pretendía, mediante la anexión del Perú, iniciar la conformación de un Estado que abarcara los territorios que antiguamente habían pertenecido al Imperio Inca. Santa Cruz, gracias a su habilidad política, organiza el país, introduce el código, formó un ejército disciplinado y poderoso, y desarrolló la instrucción pública. Estas acciones buscaban la estabilidad política y financiera de Bolivia.

Paralelamente, Santa Cruz interviene en los conflictos políticos internos del Perú, especialmente entre los caudillos Agustín Gamarra y Felipe Salaverry. Santa Cruz derrota a ambos caudillos y se asegura el poder en Perú.

El apoyo obtenido por parte de la aristocracia peruana permitió a Santa Cruz materializar esta propuesta mediante la creación de la Confederación Perú-Boliviana, donde Santa Cruz asume el título de Protector. Esto fue observado con preocupación por nuestra clase dirigente, especialmente por Diego Portales, quien interpretó el proyecto de Santa Cruz como una potencial amenaza a la soberanía nacional. Sin embargo, este no fue el único factor que incidió en el estallido del conflicto, pues nuestro país ya mantenía algunas disputas con sus vecinos del norte:

- Rivalidad entre los puertos de Valparaíso y El Callao. La ubicación estratégica de Valparaíso como puerto de entrada al Pacífico sur fue potenciada por nuestro país a partir de la Independencia, provocando un notable incremento de la actividad comercial. Como consecuencia, el puerto peruano de Callao vio perjudicados sus intereses y las autoridades peruanas reaccionaron elevando los impuestos a todas las mercancías chilenas y a las extranjeras que hubiesen permanecido depositadas en los almacenes francos de Valparaíso. Chile respondió subiendo los impuestos a los productos peruanos, iniciándose una declarada rivalidad entre ambas naciones por el control del comercio en el Pacífico sur.

- Compromisos económicos impagos. Chile reclamaba al Estado peruano la restitución de los dineros empleados en la Expedición Libertadora del Perú, con la que nuestro país había contribuido al logro de la independencia de Perú, el cual ascendía a cerca de $10.950.000.

- La acción de los exiliados. En Perú se encontraban los pipiolos expulsados por Portales, mientras que en Chile se encontraban los perseguidos por Santa Cruz. Los objetivos de estos grupos era el apoyo para derrocar a los regímenes que los expulsaron de sus respectivos países.

Diego Portales captó inmediatamente la amenaza que significaba para Chile la existencia de este nuevo Estado y concentró todas sus energías para destruirla antes que se consolidara definitivamente.

Esta primera preocupación se hizo evidente cuando en 1836, Santa Cruz facilitó a Ramón Freire apoyo militar para derrocar al gobierno de Joaquín Prieto. La expedición fue detenida en Chiloé y Freire fue desterrado a Juan Fernández, y luego a Australia. La idea de Santa Cruz era debilitar Chile a través de conspiraciones y motines.

Andrés de Santa Cruz
Diego Portales, el cual había abandonado el gobierno para asumir la intendencia de Valparaíso, regresa nuevamente a ocupar el cargo de ministro de Guerra y Marina. Portales, en respuesta al frustrado intento de Freire, responde enviando una flota al Perú, al mando de Victorino Garrido. Esta flota, compuesta por las naves "Aquiles" y "Colo-Colo", se apodera de tres naves peruanas en el puerto del Callao y enviados como trofeo de guerra a Valparaíso.
    Se iniciaron negociaciones diplomáticas en las que Chile fue representado por Mariano Egaña como embajador plenipotenciario del gobierno de Joaquín Prieto. Como condición para restituir el clima de paz, Chile exigía el reconocimiento de la deuda que Perú tenía pendiente, el fin de las rivalidades entre Valparaíso y El Callao y la inmediata disolución de la Confederación. La negativa de Santa Cruz ante estas exigencias significó el inicio del conflicto armado (septiembre 1836).

    La declaración de guerra a la Confederación no fue bien recibida en Chile. El descontento generalizado se tradujo en el desprestigio de Diego Portales, como principal impulsor. El ministro, facultado por el Congreso, declaró Estado de Sitio y crea los Consejos de Guerra permanentes, destinados a juzgar y condenar a muerte a todo aquel que se declarara contrario a la guerra, pena que se aplicaría antes de 24 horas y sin ninguna apelación.

    En junio de 1837, mientras Portales supervisaba a las fuerzas militares en Quillota, fue apresado por militares insurrectos, al mando del coronel José Antonio Vidaurre, los cuales buscaban impedir la guerra. Portales fue asesinado en las cercanías de Valparaíso. Sin embargo, este hecho produjo el efecto contrario pues, al ser interpretado como un complot del gobierno de Santa Cruz, el pueblo adhirió con mayor fuerza a la guerra.
    Asesinato de Portales (6 junio 1837)
    Expedición de Blanco Encalada (septiembre-noviembre 1837)

    Tras los acontecimientos de Quillota y la muerte de Portales, Chile se abocó a la guerra contra Santa Cruz. Se forma una expedición, cuyo mando se entregó a Manuel Blanco Encalada y a Roberto Simpson, quienes se embarcaron en septiembre de 1837. La expedición desembarca en la costa peruana y se interna hacia la ciudad de Arequipa, donde quedan sitiados por las fuerzas de la Confederación. Blanco Encalada, decide capitular, firmando con Santa Cruz el Tratado de Paucarpata (17 noviembre 1837), el cual establece los siguientes puntos:

    - Paz perpetua y amistad entre Chile y la Confederación, comprometiéndose a superar los conflictos y abstenerse, en lo sucesivo a todo tipo de reclamación.

    - Reconocimiento por parte de Perú de las deudas contraídas con Chile.

    - Garantía del reembarque del ejército chileno y no volver a hacer la guerra contra la Confederación.

    - La devolución de los buques incautados por la flota chilena en 1836.

    - La celebración de tratados comerciales entre ambos Estados.

    Era una victoria diplomática para Santa Cruz, ya que Chile no conseguía ninguno de los objetivos que se había propuesto. El Tratado de Paucarpata no fue reconocido por el gobierno chileno, mientras que la opinión pública reaccionó indignada ante la actuación del ejército, el cual volvió a Chile sin combatir, responsabilizando de esta humillación a Blanco Encalada, el cual fue sometido a Consejo de Guerra, siendo sobreseído posteriormente.

    Expedición de Bulnes (1838-1839)

    Ante la reacción generada por el ejército chileno en Perú, se encomendó una nueva expedición a Manuel Bulnes, el cual se embarca, acompañado de numerosos exiliados peruanos, entre ellos Agustín Gamarra, ex presidente de Perú. Las fuerzas chilenas desembarcan en el norte de Lima, mientras que el norte de Perú se rebela contra Santa Cruz. Tras la batalla de Portada de Guías (agosto 1838), Lima cae en manos chilenas y una Asamblea Provincial elige a Agustín Gamarra como Presidente del Perú. La expedición fue denominada Ejército Restaurador del Perú.


    Ante la ocupación de Lima por los chilenos, Santa Cruz se retira al interior, reorganizando sus fuerzas mientras espera que el clima y las epidemias diezmaran a las fuerzas invasoras.

    Ante esta situación, Bulnes sale de Lima y junto con las fuerzas de Gamarra se trasladan hacia el norte del país. En esa región se libran las batallas de Matucana (18 septiembre 1838), Buin (6 enero 1839), Casma (combate naval entre la escuadra francesa y corsarios franceses al servicio de la Confederación) y la definitiva y sangrienta batalla de Yungay (20 enero 1839), a orillas del río Santa.

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