sábado, 10 de noviembre de 2012

CHILE PREHISPANICO


Las comunidades originarias del Norte Grande de Chile
En el sector costero de esta zona habitaba una comunidad llamada los changos, quienes usaban canoas y balsas de tres palos hechas con cuero de lobo marino infladas. Para hacer sus balsas, cortaban la cabeza y las extremidades del animal y cosían las aberturas con agujas de cactus y con tendones del mismo animal. En la parte de la cabeza introducían una caña, por la cual inflaban el cuerpo hasta que del lobo se llenaba de aire. Cazaban ballenas y toninas que consumían en la salida de las quebradas que llegaban al mar con agua dulce. Eran pescadores y recolectores.

Los atacameños habitaban los oasis ercanos al salar de Atacama, los cursos medios e inferiores del río Loa, la zona costera hasta la altura de Taltal y la zona entre este punto y la cordillera andina. Mantuvieron vínculos con Tiahuanaco y alcanzaron notables avances en su estructura social, económica y cultural. Construyeron fortalezas o pucaras, de influencia incaica, tales como Lasana y Quitor. Sus casas eran de piedra con techo de ramas, la cocina estaba cerca de la bodega y del corral, donde tenían llamas y alpacas. La lana de estos animales era usada para elaborar telas y frazadas, la carne para el consumo, el cuero para fabricar sandalias y el estiércol lo usaban como combustible y como abono. Practicaban la agricultura en las laderas de las quebradas y cerros con un sistema de regadío artificial. Este tipo de cultivo ha sido denominado intensivo, ya que en poco espacio lograban un alto rendimiento gracias al uso de sofisticadas técnicas agrícolas. Cultivaban maíz, frijoles, calabazas, ajíes, papas, quínoa.
Hablaban kunza, lengua que ha desaparecido en la actualidad. Creían en una vida después de la muerte, enterraban a los cadáveres envueltos en telas y con sus bienes personales. Por las condiciones climáticas del lugar momificaban sus cuerpos. Esto ha permitido a los investigadores e investigadoras obtener mayor información sobre su sistema de creencias, ya que por la salinidad y sequedad del suelo se han conservado en muy buenas condiciones.
Al parecer, changos y atacameños tuvieron contacto comercial. Esta suposición se basa en los restos de grano que se han encontrado en los lugares habitados por los changos y en los restos de pescado hallados en los lugares donde habitaban los atacameños, en el altiplano del Norte grande.
Las comunidades originarias de los Valles Transversales
Los diaguitas habitaron  en  los  valles  transversales que  se  ubican  entre Copiapó y  Santiago. Valles fértiles y llenos de pequeños cultivos, que, mediante inteligentes sistemas de regadío, hicieron de este pueblo una de las culturas más importantes del Norte Chico.
Su producción agrícola era la misma de los otros pueblos del norte y se ocupaban también de la actividad ganadera, llevando a los animales desde la cordillera hacia la costa en busca de pastos estacionales. En estos traslados cazaban guanacos y hacían charqui con su carne.
Estas comunidades humanas estuvieron bajo la influencia de los incas, lo que se nota al conocer los sistemas de riego y las técnicas que utilizaron en la fabricación de cerámica.
Fueron expertos ceramistas que decoraban con negro y blanco sobre fondos rojos. Además de las piezas de uso doméstico, fabricaban artículos de uso ceremonial, de los cuales el más conocido es eljarro pato.
Construyeron sus casas con barro y vegetales, su vestimenta con telas de algodón y lana, y usaban el cuero de sus animales para fabricar sus sandalias.
Hablaban el kakán, lengua desaparecida debido al mestizaje con la población española. Cada valle de esta zona era un señorío independiente y la unidad entre ellos se nota solo en algunas de sus costumbres y tradiciones. Cada valle se dividía en sectores: de "arriba" y de "abajo", pero, en caso de tener que defender su territorio, se unían en bloque.
                                                                 Los mapuche
Desde el río Aconcagua hasta la parte norte de la isla de Chiloé habitaba el grupo étnico más numeroso de Chile: los mapuche o “gente de la tierra”. No conformaron un solo pueblo, ya que estaban divididos en numerosos linajes. Distribuidos en este amplio espacio tenían en común la lengua -el mapudungún-, el sistema de creencias y algunas costumbres.
A la llegada de los españoles, la población era aproximadamente de un millón de habitantes, lo que nos permite suponer que el territorio estaba densamente poblado con un nomadismo mínimo y ordenado y que había una cantidad de recursos suficientes para su subsistencia. Además debían contar con algún tipo de organización social, que les permitiera su funcionamiento.
Fotografía grupo de mujeres mapuche
Los mapuche tenían una serie de conocimientos técnicos sobre la agricultura, practicaban la pesca, la caza y la recolección de frutos. Su nivel de desarrollo puede denominarse como proto-agrario, esto significa que conocían la reproducción de ciertas especies vegetales, pero que no habían desarrollado todavía una agricultura propiamente tal.
Las bandas canoeras del extreno austral
Los Chonos son los canoeros del sur de Chiloé. Su organización social básica era la familia. Se movilizaban entre los canales desde el seno de Reloncaví, por el norte, hasta el golfo de Penas, por el sur.
Esta zona posee una geografía disgregada, llena de pequeñas islas, fiordos y canales. La temperatura es baja y aumentan las lluvias a medida que se avanza hacia la Isla grande de Chiloé. Abunda la fauna marina, con especies tales como las toninas o el delfín chileno. En las islas son numerosas las manadas de lobos marinos, focas y pingüinos.
Al llegar a las costas de lo que hoy se conoce como Estrecho de Magallanes, nos encontramos con grupos humanos que navegaban pescando y cazando fauna del mar. Estos fueron los llamadoskaweshkar o alacalufes y los yámanas o yaganes, quienes compartían costumbres y modos de vida. Los kaweshkar se ubicaban en los canales al norte del Estrecho de Magallanes.
                                                         Los cazadores de Tierra del Fuego

También en esta zona, pero en la Isla Grande de Tierra del Fuego, vivían los selknam u onas, hábiles cazadores de guanacos y animales marinos que también recolectaban frutos silvestres y raíces.

DESCUBRIMIENTO

Descubrimiento de América




Fue una empresa que supuso el mayor ensanchamiento de las fronteras oceánicas de Europa, la aventura descubridora más importante en la historia de la humanidad, cuya figura más distinguida y esencial fue la de Cristóbal Colón, y que sobre todo destacó por hacer posible lo que se ha dado en llamar el encuentro de dos mundos.
Larga y costosa, nada casual, estuvo motivada por una serie de factores sociales, económicos, religiosos y técnicos; y se apoyó en impulsos políticos y científicos. Tras un largo aprendizaje mediterráneo, esta empresa marítima adquirió protagonismo indiscutible en la zona del golfo de Cádiz y bajo el impulso de los marinos portugueses y andaluces, los más capaces y mejor conocedores del Atlántico durante los siglos XV y XVI.
Entre los siglos XII y XIV, después de las Cruzadas, la cristiandad vivió grandes cambios: renacieron las ciudades y el comercio creció, Europa tomó contacto con las tierras próximas de Asia y descubrió sus productos y riqueza, las especias que por ahí llegaban, los perfumes, los tejidos de seda, el papel o las alfombras. Frente a la pobreza europea, Asia tenía mucho que ofrecer, y algunas ciudades comerciales de Italia, como Venecia, Génova, Florencia o Pisa, empezaron a prosperar y a aumentar sus flotas.
El europeo, que ignoraba casi todo de Asia, se fue acostumbrando, desde el siglo XII, a un producto que llegaba de allí y era cada vez más estimado: las especias. Éstas servían para condimentar alimentos y hacer más comestibles algunos platos mal conservados. En un recetario de cocina de la época no faltaban pimienta, jengibre, menta, cardamomo, nuez moscada, salvia, perejil, comino, azafrán, clavo o anís. También se utilizaban para fermentar algunas bebidas caseras. Por último, la medicina elaboraba numerosos brebajes con estos productos.
A partir del siglo XIII, el comercio de especias estaba ya perfectamente organizado. La mayor parte de ellas, las más selectas y apreciadas, procedían del Extremo Oriente (del archipiélago de la Sonda, en la actualidad parte de Indonesia). La pimienta, sin embargo, que era la más consumida —75 por ciento del comercio de especias— procedía de la costa de Malabar (costa suroccidental de la India). Era la especia más próxima. A través de rutas transasiáticas terrestres (ruta de la Seda) y marítimas (ruta del Índico), perfectamente organizadas, llegaban las especias al Mediterráneo oriental (Trebisonda, Constantinopla, Alejandría), donde fueron levantando sus factorías los mercaderes europeos, que las recogían para distribuirlas en el mundo cristiano.
Quienes se dedicaban a este comercio en el Mediterráneo conocían sus riesgos: piratas berberiscos (de la costa de Berbería), peligro turco, guerras entre ciudades comerciales. Un mercader podía pasar de la prosperidad económica a la quiebra si perdía un cargamento de especias. Para evitar cualquier contratiempo formaban compañías, montaban un servicio de vigilancia y protección e involucraban a los estados. Tenían la seguridad de que cualquier mercancía llegada a puerto se vendería y las ganancias podrían ser fabulosas. Y el florecimiento de este mercado traspasó ya lo puramente particular de tales o cuales mercaderes para convertirse en interés común de un reino o de una ciudad.

Así fue como las ciudades italianas se introdujeron en el comercio con Oriente y, una vez que lo controlaron, evitaron a toda costa que nadie les hiciese competencia. Incluso, cuando los intereses y monopolios de Venecia, Génova, Pisa, Florencia, Nápoles, Sicilia, etc., podían amenazarse entre sí, llegaba el enfrentamiento, seguido de la caída de una y el ascenso comercial de otra que se adueñaba de los mercados de la vencida.
Además de especias, Asia ofrecía a Europa otros productos de lujo y refinamiento, como las sedas chinas, perlas y piedras preciosas. Asia fue convirtiéndose en un lugar de monarcas de ensueño, de reinos fabulosos repletos de oro, mucho oro, que contrastaba aún más con la pobreza agobiante de los pueblos occidentales. Europa, sus gustos y su comercio, dependía de chinos, tártaros, mongoles, turcos y árabes; demasiados pueblos condicionando la prosperidad de unos y los gustos de otros.
La caída de Constantinopla en poder de los turcos otomanos, en 1453, y la dominación de Egipto (fundamentalmente de su ciudad de Alejandría) poco después, mostraron la vulnerabilidad del comercio cristiano cuando este dependía de una sola ruta. Convenía encontrar un camino nuevo para llegar a la India. Ésa fue la misión que se impuso Colón.

CONQUISTA


Diego de Almagro.

A comienzos de 1537 Almagro, el descubridor de Chile por la vía terrestre, abandonó el territorio por Atacama ante la premura de regresar a Cuzco, una vez conoció la rebelión de Manco. Le aguardaban la guerra con Pizarro, la prisión y la muerte a garrote un año después por orden de este último.
Distintos grupos  de los expedicionarios de Almagro exploraron los nuevos territorios y, a medida que avanzaban, la esperanza de encontrar oro y riquezas se esfumaba cada vez más. El país parecía propicio sólo para la agricultura. Como eso no era lo que estos hombres buscaban, decidieron regresar al Cuzco, eligiendo el camino de los extensos y áridos desiertos del norte. Arribaron a Perú a comienzos de 1537.
Diego de Almagro murió al año siguiente, ajusticiado por orden de su antiguo compañero de aventuras, Francisco Pizarro.
La ambición de Valdivia
Valdivia
Pedro de Valdivia
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La muerte de Diego de Almagro dejó el camino abierto para que Francisco Pizarro intentara —a través de sus hombres de mayor confianza— la conquista de Chile. Pese a las ambiciones de los españoles, ninguno tuvo deseos reales de aventurarse en territorio chileno, hasta que el capitán Pedro de Valdivia, quien había luchado contra Almagro en favor de Pizarro en la batalla da Las Salinas, decidió conquistar estas tierras para España.
Valdivia era un hombre destacado por su experiencia y adecuada instrucción militar. Había viajado a América en 1535, solo y dejando en España a su esposa Marina Ortiz de Gaete. Después de servir casi un año en Venezuela, llegó a Perú. Se enroló bajo las órdenes de Francisco Pizarro, y desplegó todas sus dotes militares, recibiendo como premio tierras, indios y una mina de plata. Así, se convirtió en uno de los colonos más acomodados de Perú. Sin embargo, aspiraba a una gobernación propia.
La conquista de Chile por Pedro de Valdivia
En 1539 Pedro de Valdivia (1497-1553), maestre de campo de Francisco Pizarro en la guerra contra Almagro y experimentado soldado procedente de los tercios de Flandes e Italia, solicitó a su capitán y gobernador autorización para realizar una expedición a Chile. Era la oportunidad de probar fortuna y alcanzar hacienda y gloria perseguida en campos de batalla europeos y en numerosas luchas como en las que había tomado parte en América. Pizarro accedió a la petición nombrándole "teniente de gobernador", pero dejó en sus manos levantar y pagar la fuerza con la que acometer la nueva jornada, que no sería sino la finalización de la ocupación del imperio inca, tal y como sucediera en la fracasada aventura de Almagro.
Obtenida la autorización para conquistar y poblar estas tierras en nombre del Rey, Pedro de Valdivia recibió el título de Teniente Gobernador de Chile —es decir, jefe del país que se proponía conquistar—, sometido a la autoridad de Francisco Pizarro.
Por su intervención en la guerra civil del Perú, Valdivia había sido recompensado con una encomienda en el valle de la Canela (Charcas) y una mina de plata en Porco, bienes que puso a disposición de la campaña que se aprestaba a iniciar. Sin embargo, no logró reunir los medios necesarios hasta que pudo alcanzar un acuerdo con un adinerado comerciante llegado de España, Francisco Martínez, que financió el avituallamiento de los expedicionarios a cambio de la mitad de lo que rindiera la Conquista.
Las dificultades serían todavía mayores para reunir una fuerza suficiente que ofreciera garantías para la aventura. Las noticias que habían traído de Chile la gente de Diego de Almagro sobre la ausencia de grandes riquezas y la penuria del viaje desalentaron el reclutamiento. En esta ocasión se pretendía la conquista del país y la fundación de asentamientos estables, por lo que llevarían consigo semillas y animales domésticos.
Debido a estos problemas, Valdivia acordó compartir jornada con Pero Sancho de Hoz, quien fuera secretario de Pizarro y estaba ansioso de hacer efectiva la gobernación que el rey le había concedido en las tierras que descubriera en la región más austral. En enero de 1540 Valdivia partió de Cuzco con apenas once soldados y mil indígenas, decidido a seguir la ruta del desierto que señalara el retorno de Almagro.
Ruta de Valdivia
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El viaje
La expedición tenía un alto costo. Había que proveerse de hombres, animales, alimentos y otros recursos. Lo que más le costó a Valdivia fue reunir a los hombres. Invirtió todos sus recursos y hasta se endeudó para concretar su viaje, y sólo logró reunir unos 150 soldados. Incluyó en el grupo a una mujer española, Inés de Suárez, y a algunos sacerdotes.
Los expedicionarios traían consigo diversas semillas europeas —principalmente trigo—, animales domésticos —como cerdos y gallinas—, y herramientas de toda clase. El 20 de enero de 1540, partieron desde el Cuzco.
A diferencia de Almagro, Valdivia eligió la ruta de los desiertos para venir a Chile: del Cuzco a Arequipa, de Arequipa a Tacna y de allí a Arica, prosiguiendo a Tarapacá.
En su determinación, pesaron no sólo las dificultades naturales del Altiplano, sino también la hostilidad de los indígenas de la región. El capitán español cuidaba mucho de dar descanso a sus tropas, en aquellos valles donde encontraba pasto para sus caballos y víveres para sus soldados.
De Arica la expedición pasó a Tarapacá y allí aguardó a que se sumaran nuevos efectivos. Primero fueron los dieciséis que llegaron con Rodrigo de Araya; después la gente reunida por Francisco de Villagra, procedente de la fracasada expedición de Diego de Rojas, unos ochenta más. En San Pedro de Atacama se agregaron veinticinco españoles al mando de Francisco de Aguirre. Fue entonces cuando Sancho de Hoz pretendió asesinar a Valdivia.
Fracasado ese intento, y ante la perspectiva de ver frustrada la campaña a causa de las discordias, Valdivia, después de haber mandado prender a su rival, se limitó a imponer a Sancho de Hoz que disolviera mediante escritura la compañía que traía con él y asimismo renunciara a los derechos que habían acordado repartirse cuando se asociaron, tras lo cual, después de expulsar a varios cómplices, le permitió continuar en la expedición.
Posesión del territorio
En septiembre de 1540, los españoles llegaron a Copiapó, donde tomaron posesión del territorio. En Copiapó llegarían a incorporarse una veintena más de españoles. Y con esta fuerza, Valdivia tomó posesión del territorio que en adelante se descubriera con el nombre de Nueva Extremadura -en honor a su tierra de procedencia, en la península Ibérica-, pues a esa distancia y en esa latitud concluían los derechos de Pizarro. Se extendió un acta y el lugar se llamó Posesión, nombre que se le asigna a Copiapó en los primeros documentos de la Conquista.
Los expedicionarios continuaron su avance por los valles de Huasco, Coquimbo y Aconcagua y, en diciembre de 1540, ya se encontraban en el Valle del río Mapocho.
Aquí, encontraron una complicada situación política y militar entre los indígenas. Michimalongo y Tangalongo se disputaban el dominio del valle. A su vez, el cacique Atepudo mantenía guerras con Michimalongo.
Valdivia sabía que su empresa de conquista era difícil y que ésta, entre otros factores, dependía del lugar en que fundara la primera ciudad.
Pedro de Valdivia llegó al valle del Mapocho en diciembre de 1540. La organización bélica y urbana lo llevó a fundar Santiago del Nuevo Extremo el 12 de febrero de 1541. Poco después Valdivia nombró a los integrantes del cabildo, el que a su vez lo nombraría gobernador de Chile.
"Fundación de Santiago", cuadro de Pedro Lira.
Viaje al Perú (1547-1548)
El año 1547 partió Valdivia hacia el norte en el barco de Pastene. Como hubo muchos interesados en volver con él, debió recurrir a un engaño para impedirlo: aparentemente aceptó y permitió a los que desearan embarcar sus pertenencias y especialmente el oro que habían acumulado. Mientras en la costa, los viajeros celebraban su pronta partida, Valdivia furtivamente se dio a la mar, llevándose los caudales de esos colonos. La indignación fue grande, se contó que algunos murieron en la desesperación de ver perdidos los ahorros de toda la vida y otros enloquecieron.
En el Perú se había desatado una guerra. Los herederos de Pizarro habían desconocido una orden del rey en términos de poner fin a la encomienda de servicio personal y apoyados por un número nada despreciable de conquistadores se habían hecho del poder ejecutando a algunos funcionarios reales. Para acabar con este desorden el rey envió a Perú al licenciado Pedro de la Gasca, quien rápidamente se dio a la tarea de organizar tropas y prometió perdón a todos aquellos que se habían alzado contra el rey si ahora venían a combatir a su favor.
Enterado de estos hechos, Valdivia no dudó un segundo en ponerse a las órdenes de la Gasca. Participó activamente en las campañas contra los Pizarro y tuvo participación decisiva en la batalla final llamada de Jaquijahuana o Saxuhuamán. Por estos méritos, La Gasca, poco después de la batalla (abril de 1548) y a nombre del Rey reconoció a Valdivia su título de Gobernador y le especificó los límites de su gobernación: Desde el paralelo 27 hasta el 41 de latitud Sur y desde la costa, cien leguas hacia el Este (600 kilómetros aproximadamente). Es decir desde el desierto de Atacama hasta la altura de Puerto Montt y desde la costa del Pacífico hasta la costa del Atlántico, lo que dejaba en posesión de Chile el territorio de la Patagonia in extenso.
En Perú Valdivia fue sometido a un juicio por el mismo La Gasca a causa de ciertas acusaciones que pesaban en su contra. Resultado de este juicio fue el compromiso de Valdivia de devolver lo que había tomado de los españoles de Chile y además el compromiso de dejar de convivir con doña Inés y casarla con uno de sus capitanes. Ambos compromisos fueron cumplidos.
La segunda etapa de la conquista: expansión al sur (1550 - 1553)
El viaje al Perú significó la consolidación de la conquista de Chile ya que Valdivia vuelve con refuerzos y pertrechos y además con el reconocimiento oficial de su cargo y derechos sobre los territorios. En estas condiciones ya pudo emprenderse la conquista del resto del territorio que en derecho se le había otorgado. La mecánica para esto fue la fundación de ciudades. La primera fue en realidad una refundación: la ciudad de La Serena había sido destruida y Francisco de Aguirre le refundó en 1549.
En 1550 comenzó el avance hacia el Sur y con ello comenzará también la Guerra de Arauco, por lo cuanto deberán enfrentarse con la fiera resistencia del pueblo araucano. Por esta razón Valdivia debió fundar varios fuertes, sobre todo en el territorio propiamente araucano.
El 5 de octubre de 1550, fundó la ciudad de Concepción que contó inicialmente con 40 vecinos a los que se le repartieron indios y tierras.
Las siguientes fundaciones fueron: La Imperial (1551), Valdivia (1552), Villarrica (Jerónimo de Alderete 1552), Los Confines (Angol 1553) y los fuertes de Tucapel (1552) Arauco y Purén (1553).
Con todas estas instalaciones, los españoles se encontraban optimistas, pues suponían dominado y controlado el territorio araucano. Sin embargo fue precisamente esta profusión de fundaciones, que los castellanos consideraban su mayor logro, su principal error estratégico y la causa de muchas desgracias, entre las que se cuenta la propia muerte de Valdivia que culminarán con la destrucción de todas las ciudades construidas al Sur del Biobio hacia fines del siglo (XVI).
Hay que considerar que el número de españoles en esta época, contando todos los refuerzos llegados, no pasaba de mil, mientras que se calcula en medio millón aproximadamente, la cantidad de indígenas que habitaban Chile entre Copiapó y Reloncaví (territorio de penetración española). Entre el río Itata y el Toltén se calcula habitaban unos 400.000 indígenas.
Ahora bien, si se considera que además de esta enorme desproporción en número, los españoles se habían dividido en pequeños grupos que habitaba cada fuerte y ciudad, algunos de los cuales estaban separados por más de 500 kilómetros, se concluye que la debilidad de los conquistadores era enorme, sobre todo frente a un ataque masivo de los araucanos.
Pero ¿qué motivó a Valdivia a expandirse al Sur?
·         Avanzar hacia el Estrecho de Magallanes
·         Tomar posesión efectiva de su gobernación que abarcaba tierras desde el Pacífico hasta el Atlántico
·         Premiar a los conquistadores
·         Repartir tierras fértiles con abundante mano de obra nativa
·         Buscar y explotar tierras auríferas.
Primera insurrección general araucana (1553 - 1557)
Esto ocurrió cuando Lautaro logró organizar y dirigir una insurrección general de su pueblo a fines de 1553. Con una nueva estrategia, atacó simultáneamente los fuertes de Purén y Tucapel. Al enterarse Valdivia de este hecho debió dividir sus fuerzas para partir en auxilio de ambos lugares dirigiéndose él a Tucapel. Los indígenas aplicando sus nuevas estrategias, lo esperaban emboscados y lo atacaron en oleadas sucesivas hasta agotar la resistencia de los españoles que fueron cayendo uno tras otro. Finalmente el propio Valdivia fue capturado y, poco después, muerto.
La inesperada muerte del Gobernador tuvo efectos desastrosos en la naciente colonia pues sería difícil encontrarle un reemplazo a esa altura. A pesar que Valdivia había previsto esta eventualidad designando sus posibles sucesores, se produjeron serias disputas entre sus antiguos compañeros de conquista varios de los cuales, con diferentes argumentos y razones pretendieron heredar el cargo de gobernador. Esto llevó incluso a que se generara una rivalidad entre los habitantes de Santiago y los de Concepción quienes apoyaban a personajes distintos para el cargo. Esta situación de incertidumbre se termina cuando el virrey del Perú designó para el cargo a su propio hijo, Don García Hurtado de Mendoza en 1557.
FUNDACIÓN DE CIUDADES EN CHILE
SIGLO
NORTE
CENTRO
SUR
XVI








La Serena 1544
(gob. de P. de Valdiva)






Santiago 1541
(gob. P. de Valdivia)






Concepción 1552 (gob. P. de Valdivia)
Los Confines (Angol) 1553 (gob. de P. de Valdivia)
Cañete 1558 (gob. García Hurtado de Mendoza)
La Imperial 1552 (Gob. p. de Valdivia)
Villarrica 1552 (gob. P. de Valdivia)
Valdivia 1552 (gob. P. de Valdivia)
Osorno 1558 (gob. García Hurtadode Mendoza)
Castro 1567 (gob. Melchor Bravo de Saravia)
Acta de la fundación de Santiago
"A doce del mes de febrero, año de mil quinientos y cuarenta y un años, fundó esta ciudad a nombre de Dios y de su bendita madre, y del Apóstol Santiago, el muy magnífico señor Pedro de Valdivia, teniente gobernador y capitán general en las provincias del Perú por Su Majestad y púsole nombre la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, y a esta provincia y a sus comarcas, y aquellas tierras de que Su Majestad fuere servido que sea gobernación, la provincia de la Nueva Extremadura.”
Gobernador Pedro de Valdivia

COLONIA





Después del Descubrimiento de América por Cristóbal Colón muchos conquistadores se dirigieron a los distintos territorios del continente americano para explorarlo y tomar posesión de él en nombre del rey de España.
A lo largo del siglo XVI fueron sometiendo uno a uno a los distintos pueblos aborígenes. Es así como también llegaron a Chile.
La Conquista de nuestro país tuvo características particulares ya que se extendió por muchos años debido a la fuerte resistencia que opusieron los araucanos.
Es así como, de modo general, entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX.
En Chile, la Colonia comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. La región ubicada al sur de dicho río quedó en manos de los indígenas, mientras que las tierras ubicadas al norte fueron gobernadas por los españoles comenzando así la Colonia en Chile. Otros enclaves españoles fueron Valdivia y Chiloé.
Esta etapa, que se prolonga hasta la revolución de la Independencia, se caracterizó por un constante cambio de gobernadores, cuya preocupación principal fue proseguir la guerra contra los araucanos y luchar contra los frecuentes cataclismos naturales (terremotos, donde destaca el producido en 1647 bajo la gobernación de Martín de Mújica y Buitrón) que sufría el país.


PATRIA NUEVA


El periodo conocido como de la Patria Nueva se inicia a partir del triunfo de los patriotas chilenos en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), con la posterior asunción de O'Higgins al mando de la nación, y termina con la abdicación del mismo en un cabildo efectuado el 28 de enero de 1823.
Chileg
Primeras Medidas de O’Higgins
Una vez que el Ejército Libertador comenzó a liberar al país,  uno de los primeros actos del gobierno de O'Higgins fue el rescate de los chilenos confinados en Juan Fernández.
El "Águila", barco apresado en Valparaíso, navegó en la búsqueda siendo restituidos a sus hogares. El regreso fue celebrado en aquel puerto y en Santiago.
Pero en lo que O'Higgins puso el mayor empeño fue en la organización de un nuevo ejército, previendo que los realistas que dominaban la provincia de Concepción habrían de intentar algún ataque, y si ellos no lo intentaban, el Virrey del Perú no tardaría en enviar un nuevo contingente de tropas que fuese a reconquistar el territorio.
A lo anterior se suma el destierro del obispo Rodríguez Zorrilla por tener un carácter realista en su actuar
El Coronel Las Heras consiguió dominar hasta la ribera sur del Bío-Bío. El general Freire, por otro lado, tomaba la plaza de Arauco.
Mariano Osorio regresa a restaurar el régimen realista
A fines de 1817, estaba de regreso en la bahía de Concepción, el brigadier Mariano Osorio, quien al mando de 3.200 hombres desembarcó en Talcahuano y pasó a la ofensiva, obligando a O’Higgins a replegarse al norte.
En tales circunstancias, ordenó el Director Supremo la redacción de un acta de independencia, cuyo texto, firmado el 1 de enero de 1818 en Concepción, fue dado a conocer en Talca el día 2 y jurado públicamente en Santiago el 12 de febrero.
Pero tales manifestaciones de soberanía no impidieron el avance de Osorio al norte, consiguiendo incluso derrotar a los patriotas el 19 de marzo en la Batalla de Cancha Rayada donde O’Higgins resultó malherido.
Batalla de Cancha Rayada
Cuando al día siguiente del desastre llegaron a la capital las primeras noticias, se produjo la más triste conmoción de desaliento y de pesar. Muchos comenzaron a prepararse para emigrar otra vez a Mendoza.
Se corría el rumor de que O'Higgins y San Martín habían perecido o estaban prisioneros. Otros afirmaban que el Ejército realista venía hacia Santiago y que las fuerzas patriotas no podrían oponerle resistencia.
Cuando ya iban transcurridos tres días de angustia,  surgió la figura de Manuel Rodríguez, quien hizo reunir un cabildo abierto para arengar al pueblo. La popularidad del guerrillero aumentó desde ese instante debido a su frase celebre: "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!". Inmediatamente después,  repartió armas al pueblo y formó un batallón como de 200 hombres, al que llamó Húsares de la Muerte, porque debía llevar por divisa una calavera pintada de blanco en fondo negro.
La Batalla de Maipú, triunfo decisivo
Después del desastre de Cancha Rayada, la tarea del momento consistía en reunir todas las fuerzas que aún quedaban en pie, para defender a la capital contra el Ejército de Osorio, que, moviéndose lentamente, avanzaba hacia el norte.
Había que presentar una batalla que sería decisiva en la suerte de la revolución chilena y aun americana; porque si era perdida, la Independencia argentina peligraba, y si era ganada, la Expedición Libertadora del Perú, que tenía resuelta San Martín, sería un hecho.
Sin embargo, la suerte final de ambos bandos quedó sellada el día 5 de abril de 1818 en la Batalla de Maipú, donde las fuerzas patriotas dirigidas por San Martín consolidaron la independencia de Chile. El grito de "¡Viva la Patria!" se escuchó en toda la capital.
En ese instante O'Higgins había salido, con las tropas que guarnecían al vecindario y con numerosa gente del pueblo, en dirección a Maipú. No había podido resistir la impresión que le causaban el ruido de los cañones y el olor de la pólvora que el viento traía hasta la ciudad. Al ver a San Martín, expresó con fuerza “¡Gloria al salvador de Chile!”, a lo que San Martín le habría respondido: "Chile no olvidará jamás el nombre del ilustre inválido que el día de hoy se presenta al campo de batalla".
De todas maneras, este aplastante triunfo no limpió el área central de Chile de la presencia española. Parte del ejército realista derrotado en Maipú consiguió huir a Talcahuano y de allí embarcarse para Valdivia; mas en las zonas próximas al Biobío dejó un grupo importante de guerrilleros que hasta el año 1821 sostuvieron la defensa del rey. Este episodio conocido como La Guerra a Muerte fue dirigido por Vicente Benavides, que con la ayuda del virrey del Perú llegó a contar con un ejército de 1.700 soldados.
El área comprendida entre Chillán y la Araucanía fue testigo de una sangrienta guerra, caracterizada por la negativa de Benavides a reconocerle derecho de beligerancia al bando patriota, decretando la pena de muerte para diversas categorías de prisioneros.
El 9 de octubre de 1821, el coronel patriota José Joaquín Prieto derrotó a Benavides en la Batalla de las Vegas de Saldías (Chillán). La carrera de este defensor realista finalizó con su ejecución en febrero de 1822.
Las desventuras de los Carreras
Manuel Rodríguez.
Bernardo O´Higgins controla el poder en el nuevo Chile. Sin embargo,  desde el principio se vio envuelto en dificultades de suma gravedad.
Los políticos dirigentes se hallaban divididos en dos partidos personales: los carreristas, y los o'higginistas.
La historia de Carrera lo sitúa en un plano dificultoso, tanto con O'Higgins como con San Martín. Sus hermanos, Juan José y Luis, son caudillos sediciosos con el propósito de arrebatar a O'Higgins su recién inaugurado gobierno.
Sin embargo, son apresados en Mendoza, donde por medio de un proceso fueron condenados a muerte y ejecutados en esta ciudad. Semejante hecho causó en Chile un resquemor enorme y los amigos de los Carreras hicieron desde ese día una encarnizada oposición al Director Supremo.
Entre ellos se cuenta a Manuel Rodríguez. O'Higgins decidió apresarlo y trasladarlo a Quillota. En el camino, cerca de Tiltil,  el oficial de la guardia que lo iba custodiando lo hizo asesinar por algunos soldados, con el pretexto de que había intentado fugarse. Fue a fines de mayo de 1818.
Por su parte, José Miguel Carrera, aislado en Montevideo, no pensó ya sino en vengar a sus hermanos; pero primero decidió transformarse en montonero. Se mezcló en las contiendas civiles de las provincias argentinas; organizó una terrible montonera con los chilenos que en aquel territorio vivían, queriendo desestabilizar al gobernador Pueyrredón.
La Logia Lautarina
Un elemento importante a consignar lo determina la ligación de los hombres dirigentes de Chile y la Argentina con  un pacto íntimo y oculto, contraído dentro de una asociación revolucionaria llamada Logia Lautarina.
Esta sociedad secreta, no sólo en su organización sino en sus procedimientos, había sido establecida por San Martín en Buenos Aires. Tenía como objetivo combatir en todo terreno contra la dominación de España en América y su mismo nombre, derivado de Lautaro, equivalía a un símbolo.
A Santiago, fue introducida por San Martín al poco tiempo de la victoria de Chacabuco, y actuó en connivencia con la de Buenos Aires, casi como una sección de ésta. Pueyrredón, el director de la Confederación Argentina, y O'Higgins, el director de la República de Chile, figuraban, con San Martín, entre los principales de sus miembros.
Así se explica el acuerdo invariable con que procedieron los gobiernos de Buenos Aires y de Santiago mientras aquellos hombres los regían. Y como la Logia era secreta y se hacía tanto misterio de sus resoluciones, se la acusó siempre de la muerte de los hermanos Carreras y de Manuel Rodríguez, y aun de las más insignificantes extorsiones.
La organización de la hacienda pública
José Ignacio Zenteno.
Entre las medidas que el director y su Ministro, José Ignacio Zenteno, con el propósito de aumentar las entradas al nuevo fisco, estuvo la apropiación de los bienes de los realistas; establecieron derechos de aduana y un estanco del tabaco, y en la imposición de nuevos y pesados tributos a las poblaciones y campos que dominaban las armas patriotas: donativos y préstamos forzosos, requisiciones de animales y forraje para el Ejército, contribuciones mensuales y anuales extraordinarias, etc. Con todos esos “impuestos” o tributos, la renta anual alcanzó a subir a más de dos millones de pesos.
Sin embargo,  la agricultura y la minería, fuentes constantes de la producción del país, se resentían de las perturbaciones guerreras y de los métodos rutinarios empleados todavía en su explotación.
Y aun cuando el gobierno dictó diferentes leyes en su ayuda, y hasta algunas tarifas aduaneras protectoras que gravaban la internación de productos similares, poco se consiguió en su beneficio. A lo anterior se suman dos terremotos que se hicieron sentir en aquel mismo tiempo, uno en 1819, que arruinó a Copiapó,  y otro en 1822, que arruinó a Valparaíso.

RECONQUISTA


Se conoce con el nombre de la Reconquista española al periodo que media entre la batalla de Rancagua (derrota de las fuerzas patriotas, 1814) y la posterior derrota de las fuerzas españolas en la batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817).
Gobierno de Mariano Osorio (1814-1815)
Mariano Osorio.
Luego de Rancagua, Osorio ocupó Santiago, quedando al mando del país con el título de gobernador. El propósito de las campañas de reconquista había sido el de acabar con los gobiernos criollos y restituir en todo su orden los principios coloniales de la administración monárquica. En este sentido, la Reconquista representa una negación de las reformas criollas y un castigo a los patriotas; en consecuencia aplicó una política represiva.
En este sentido, la primera medida odiosa fue el establecimiento de los Tribunales de Vindicación, ante los cuales debían acudir las personas que habían colaborado con los gobiernos patriotas para explicar su conducta. El Tribunal expedía un documento que si era favorable al interesado le permitía seguir disfrutando de su cargo si era empleado o militar, y ponerlo a salvo de futuras medidas represivas si era un particular.
También se ordenó el arresto de las personas que habían tenido notable actuación en los gobiernos patriotas; función policial que estuvo a cargo del Batallón los Talavera, al mando del capitán Vicente San Bruno. En el resto del país se cumplieron órdenes similares. Muchos de estos detenidos fueron confinados en diversos puntos del país y unos cuarenta remitidos al archipiélago de Juan Fernández, entre los que se encontraban destacados criollos como Manuel de Salas y Juan Egaña.
Además de los anterior, un grupo de hombres recluidos en la cárcel de Santiago fue víctima de una brutal intriga destinada a sembrar el terror en la población. Bajo la excusa de una falsa fuga varios de ellos fueron asesinados.
La persecución contra los patriotas también se dio en el aspecto económico. En este sentido, las medidas que se tomaron tendieron a castigarlos y a allegar fondos para los gastos públicos. Osorio ordenó establecer una Junta de Secuestros, con el fin de incautarse de los bienes de los patriotas y administrarlos mediante arriendos entregados en remate mientras se decidían las causas de aquellos.
También en el plano económico se implantaron exacciones bajo el concepto de empréstitos forzosos.
En forma paralela a la persecución política y económica, existió la preocupación por abolir las reformas criollas y reimplantar las coloniales. Incluso muchas de las reformas fueron suprimidas sin que mediasen órdenes específicas como fue el caso de la Ley de Libertad de Vientres y el Reglamento de Libre Comercio. En otros aspectos se dictaron decretos específicos como ocurrió con la supresión del Instituto Nacional, la Biblioteca y las escuelas sostenidas por los conventos. Se restablecieron, en cambio, la Real Audiencia y la Universidad de San Felipe.
En materia eclesiástica se restituyó al obispo realista José Santiago Rodríguez Zorrilla, el pago de los derechos parroquiales y la orden de continuar enviando dinero a Lima para el funcionamiento de la Inquisición.
Gobierno de Casimiro Marcó del Pont (1815-1817)
Casimiro Marcó del Pont.
En diciembre de 1815 llegó a Chile este nuevo gobernador, que en el ejercicio de su autoridad extremó más el rigor, provocando problemas con todos los niveles de la población chilena hasta provocar la insubordinación y la aparición de montoneras.
Se creó un Tribunal de Vigilancia y Seguridad Pública para cumplir estas disposiciones y mantener el orden. Las actuaciones de este Tribunal fueron odiosas y dieron lugar a delaciones, espionaje y allanamientos; acciones que en su conjunto fueron provocando un profundo malestar en la población.
Por otra parte, agente enviados por los patriotas desde Mendoza incitaban a la resistencia y alentaban la esperanza de una pronta liberación. Entre estos hombres, destacó nítidamente Manuel Rodríguez, joven abogado que había actuado como secretario de José Miguel Carrera y que ahora era el enlace principal entre los patriotas de uno y otro lado de los Andes. Rodríguez, con su habilidad para mezclarse con la gente, burló a las autoridades españolas. Se extremaron las medidas policiales, mientras el odio contra los españoles se iba extendiendo en los grupos modestos del pueblo. El descontento se propagó también a las provincias y en ese ambiente los patriotas pudieron moverse con mayor facilidad y de esta manera empezaron a aparecer montoneras, destinadas a provocar el desconcierto entre los españoles antes de la llegada del Ejército Libertador que se preparaba en Mendoza.
A comienzos de 1817 ya las montoneras pudieron llevar a cabo dos golpes de gran audacia y efecto. Dirigidas por Rodríguez, practicaron un asalto a Melipilla y unos días más tarde a San Fernando, terminando sus acciones exitosamente.
Estas acciones demostraban que el pueblo estaba contra la dominación española y que esperaba sólo el momento propicio para alzarse en su contra. Además, las tropas de Marcó del Pont debieron ser dispersadas en la región recorrida por guerrilleros entre Santiago y Talca, y no pudieron hacer frente en su totalidad al comienzo de la invasión del Ejército Libertador.
El Ejérciro Libertador
Ejército Libertador.
Luego del Desastre de Rancagua se produjo la emigración patriota hacia Mendoza. En ese lugar era gobernador de Cuyo el coronel José de San Martín, quien había asumido ese cargo en septiembre de 1814, pretextando mal estado de salud. En realidad, se experiencia sobre la guerra en el Alto Perú le había hecho llegar a la conclusión que por las condiciones naturales de la zona y el estado de las fuerzas militares, ni el bando patriota ni el realista, podían conseguir en esa región un triunfo definitivo; por lo tanto, lo mejor era confeccionar un nuevo plan que permitiera consolidar la emancipación de América del sur.
Con ese fin, San Martín elaboró un plan que contenía los siguientes puntos:
1) Mantener en el Alto Perú una guerra defensiva.
2) Organizar en Mendoza un ejército pequeño y disciplinado.
3) Invadir Chile y derrotar a los realistas en este país.
4) Apoyar en Chile un gobierno sólido y amigo.
5) Aliarse con este gobierno en la preparación de una expedición libertadora que invadiera Perú por mar y derrotara luego al grupo de las tropas realistas.
San Martín estaba convencido de que mientras no se consolidara la independencia del Perú y se expulsara a los españoles de ese lugar nunca estaría segura la emancipación chilena y Argentina.
Por otro lado, los emigrados chilenos en Mendoza continuaron divididos entre o’higginistas y carrerinos. O´Higgins y sus partidarios lograron ganar la confianza del gobierno de Cuyo; en cambio, Carrera debió abandonar ese lugar y dirigirse a Buenos Aires. A partir de ese momento O’Higgins y los militares que le seguían cooperaron estrechamente con San Martín para preparar un ejército que librase a Chile.
Con diversos procedimientos, San Martín y O’Higgins lograron formar el Ejército de los Andes, una fuerza bien organizada de aproximadamente 3.600 hombres, entre chilenos y  argentinos.
En enero de 1817 el ejército salió de Mendoza, formando tres divisiones, las cuales eran mandadas respectivamente por O’Higgins, Soler y Las Heras. El ejército debía entrar a Chile por diversos puntos entre el valle de Copiapó y Curicó para desorientar a las autoridades realistas y levantar a la población de esa comarca.
Las Heras atravesó la cordillera por Uspallata y ocupó Los Andes. O’Higgins y Soler cruzaron por el paso de los Patos o Valle Hermoso y cayeron sobre San Felipe. Las tres divisiones se concentraron luego en Curicó para marchar sobre Santiago (9 de febrero de 1817). Otros destacamentos pequeños cayeron sobre Copiapó, Coquimbo, San Gabriel y otro dirigido por Freire pasaba por el Planchón y se unía a los guerrilleros de la región central.
Las fuerzas realistas poco pudieron hacer para enfrentar la invasión. Sólo unos 1.600 soldados realistas, al mando de Rafael Maroto, lograron concentrarse en la cuesta de Chacabuco donde fueron derrotados por Bernardo O’Higgins (12 de febrero).
La derrota realista permitió al ejército patriota entrar en Santiago dos días después en medio de entusiastas demostraciones de alegría.
Maroto, algunos oficiales y funcionarios públicos y alguna tropa lograron embarcarse en Valparaíso rumbo al Callao. Marcó del Pont no lo pudo hacer, hecho prisionero fue desterrado a Cuyo donde falleció en 1819.
El 15 de febrero un cabildo abierto ofreció a San Martín la dirección suprema de Chile, cargó que el patriota argentino rechazó según los principios de su plan de encabezar una expedición contra el Perú; propuso a O’Higgins, oferta que otro cabildo abierto, el día 16, aceptó. De esta manera, O’Higgins se transformó en director supremo, inicialmente sin restricciones a su mando.